“Estás en un error si crees que el Budo significa tener oponentes y enemigos, y ser fuerte y cruel con ellos. La verdad del Budo es ser uno mismo con el universo, esto es, estar en unión con el centro del Universo”
(O Sensei)
Se nos presentó un nuevo seminario sobre Artes Marciales, específicamente Budo. Un seminario que a todos nos llamó la atención, pero hasta el momento ninguno sabíamos como relacionar este arte con nuestra asignatura, o más bien con nuestro futuro profesional. Aquellos que no acudieron o quizás no sepan de qué les hablo se sentirán un poco sorprendidos ante tal relación.
Para comenzar, el profesional que vino a impartir la clase, contextualizó el Budo. Se puede definir como “vía de realización para ir más allá del conflicto”. Surge debido a la necesidad de sobrevivir en el medio, se trata de un “instinto” de supervivencia. En la actualidad se relaciona marcialidad con espiritualidad, es decir con la búsqueda de lo abstracto.
Tras ello relató un poco de historia, para seguir contextualizando dicha arte marcial. De esta historia, que omito, debo resaltar algo que a mí me llamó la atención y que para nuestra práctica profesional tiene mucho sentido; es el hecho de “desaprender”. Ello quiere decir que se debe ante cualquier colectivo o persona que se nos presente eliminar las etiquetas que tenemos de ellos. Es una práctica difícil, puesto que todos presentamos prejuicios y estereotipos de ciertos colectivos, pero debemos hacerlo, y para ello es muy útil la meditación que propone el Budo.
La mayoría de las artes marciales, y entre ellas el Budo, se exportan de Oriente hacia Occidente.
El Budo da importancia a la vida; y básicamente a defender la vida propia sino también la del contrincante; no se trata de luchar con armas sino “tener las manos vacías” (Karate). Cuando surge este tipo de resolución de conflicto se dan gran importancia que los guerreros solucionen las guerras y problemas a través de ella; actualmente debido al avance de la tecnología y de los nuevos elementos esta práctica se ha debilitado. Aun así existen multitud de conflictos interpersonales en cada individuo; y las artes marciales tratan de analizarlos desde el origen; posteriormente plantean una solución. No se trata de reaccionar frente a la agresión, sino de superar el propio conflicto desde el fortalecimiento espiritual del individuo, anticipándose al mismo para evitarlo.
Esto último aporta a nuestra futura profesión, el hecho de defender la vida de las personas; puesto que ante cualquier conflicto no podemos agredir de forma violenta a cualquier persona; sino que se debe de analizar cuál es el origen y luego solucionarlo. Agredir a cualquier persona trae consigo una mayor agresión del usuario, mayor desconfianza del usuario hacia las instituciones y profesionales, repetir el modelo de solución de conflicto que se trata de mejorar, entre otras consecuencias negativas.
Además, de esta lucha contra el oponente, las artes marciales también nos ofrece madurar y crecer como persona; se trata de luchar contra uno mismo. Nuestra profesión trae en muchas ocasiones estrés, cansancio, agotamiento personal, implicación personal en el trabajo etc. El Budo es idóneo para realizar esa auto-lucha con el entrenamiento físico constante, acudiendo al “Dojo” (lugar de entrenamiento) diariamente con la finalidad de mejorar nuestra técnica y movimientos; superando nuestras limitaciones físicas y enfrentándonos a ellas con nuestra propia voluntad; controlando el dolor y el cansancio/estrés.
Cabe resaltar que “Dojo” es el lugar de entrenamiento de las artes marciales; del Budo, y no se le llama gimnasio ni nada por el estilo. El prefijo que muestra, “Do”, significa seguir adelante, crecer como persona, y frente a las adversidades solucionarlos y continuar hacia el frente. En conjunto significa el lugar para seguir la vía.
En ellos se trabaja de manera creativa y no con la realidad. La creatividad, aquel gran desconocido por muchos, se retoma en estos espacios y se trata de evadir a las personas de la realidad. Cosa también importante para nuestra futura profesión debido a que debemos saber diferenciar la realidad laboral de la personal; con dicha metodología nos será más fácil realizar dicha separación. Además, nos sugiere un tipo de técnicas para aplicar en aquellas personas en las que queremos fomentar la creatividad.
Para terminar esta primera parte del seminario, ya que en la próxima entrada hablaré de los cinco elementos principales, represento el esquema de la práctica que el profesional fijó:
1. Reconocer al Ser humano como un ser orgánico
2. Desarrollar sus capacidades y habilidades relacionándolo con las tres verdades:
a. Verdad Universal: a través de los principios de la física, los cinco elementos, etc.
b. Verdad personal: El ser humano como globalidad de cuerpo, energía, mente y espíritu.
c. Verdad del arte: Principios técnicos de cualquier arte o profesión.
3. Aceptación del conflicto y trabajo con él en la relación de necesidades y accidentalidad.
En definitiva se trata de Crecer como persona; y de ver al contrincante no como un guerrero sino como alguien que te ayuda en el “do” (en el camino). Se trata de enfrentarnos a los problemas desde una visión más allá del conflicto y no usuando la violencia.
De manera conclusiva, y según mi opinión sobre el seminario, debo de reconocer que fue muy ameno y llamativo para nosotros. El profesional parecía ponerse en el lado de nosotros, imaginándose como un educador social, y relacionaba todo lo que iba contando con dicha profesión. La parte práctica me pareció muy original y de la cual pudimos extraer muchos conocimientos sobre como comunicarnos con los demás.
El seminario fue a la vez de completo, muy complejo para poder reflejar aquí todo lo dicho en él. Espero que así lo haya hecho, y no me haya dejado muchas cosas “en el tintero”; independientemente de la complejidad que me ha supuesto relacionar el arte marcial con la asignatura.
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